Un
día, un Burro pastaba por el prado, hasta que se encontró los libros del
pequeño Jonás, que era un descuidado niño, y solía perder sus útiles. El Burro
se dijo:
"Si
yo me comiera estos libros, aprendería muchas cosas sin demasiado esfuerzo, y
llegaría a ser un sabio de fama mundial."
Y
dejando la hierba, se puso a masticar vorazmente los libros, hasta acabar con
todos ellos. Desde aquél instante el Burro se sintió muy sabio en extremo, y
orgulloso de la ciencia que creía poseer, fue a ver a sus compañeros, a quienes
anunció que venía a darles sabias lecciones.
Los
Burros lo rodearon admirados esperando con atención las enseñanzas de su amigo
Burro, pero éste, permaneció largo rato con la boca abierta, no sabía que
decir, hasta que por fin, lanzó un rebuzno feroz.
Los
demás Asnos al oírlo, rebuznaron a su vez en coro burlándose del orgulloso
Burro, al que echaron de su compañía, mandándolo a vivir en los campos
desolados como castigo.
“Lo que la naturaleza nos da, salamanca no presta”
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