Un pequeño loro, amigo de una lagartija recibieron
un día la visita de toda la familia del loro. Por este motivo, el loro poco a
poco se alejó de la lagartija, ésta triste lloraba y decía:
“El lorito ya
no me quiere porque está con su familia”.
Un día el loro le dijo que no estuviera triste, que él
sería su amigo por siempre, pero la lagartija no le creyó, pensó que solo lo
hacía para consolarla.
Una mañana el loro salió con su familia de cacería,
al llegar al bosque no encontraron frutas, entonces empezaron a comer hormigas,
grillos, etc.; en su afanosa búsqueda hallaron en un tronco muchas lagartijas,
entre ellas la amiga del loro, todos corrían y voleteaban. El amigo que un día
le prometió su amistad dijo:
Dándose cuenta que allí estaba su pequeña
excompañera que aún quería, los demás loros se sulfuraron y él les explicó que
no iba a defraudar a su amiga, que ella también había sido su familia, por lo
tanto, debemos respetarle la vida. Mientras, los demás loros decidieron
abandonarlo de nuevo y él dijo:
De esta manera el loro pasó a formar parte de esta
nueva familia. Desde entonces a todos los animales y personas que les veían en
el bosque les llama la atención esta familia tan especial.
FIN
– Moraleja del cuento: Ayudar a quien lo necesita es
acto de solidaridad.
AUTOR: Levis Luz Dimas Sánchez
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