En
una selva lejana se instaló un tigre con ganas de armarla. Aparte de ser
enorme, este felino mataba y engullía sin piedad varias piezas diarias poniendo
en peligro el equilibrio de la jungla. El resto de los animales, alarmados y
entristecidos, decidieron entregarle cada día al gran sanguinario a un miembro
de una familia, empezando por los más mayores. Y así lo hicieron hasta que les
tocó el turno a los zorros. Y cuando el abuelo zorro estaba a punto de
marcharse para ser sacrificado, su nieto dijo que él mismo ocuparía su lugar. El
pequeño zorro se plantó sin miedo delante del tigre y comenzó a reírse
compulsivamente. El gran felino, desconcertado, le preguntó por qué se reía, y
el pequeño le dijo que otro tigre le estaba quitando buenos bocados. El tigre,
enfurecido, le dijo que le llevase ante tan terrible rival. Se pusieron en
camino y muy pronto llegaron a un profundo pozo.
El zorrito le dijo al tigre que su colega vivía allí dentro. El felino se asomó al pozo y al ver su reflejo en el agua, con una expresión tan feroz, no se reconoció y pensó que era el otro tigre. Y entonces,… se tiró de cabeza a las oscuras aguas para luchar a muerte con su reflejo.
No
siempre gana la fuerza: la inteligencia puede ser una alternativa interesante
para triunfar. ¡Hagamos músculos mentales!
Cuento tradicional de Nepal.
El zorrito le dijo al tigre que su colega vivía allí dentro. El felino se asomó al pozo y al ver su reflejo en el agua, con una expresión tan feroz, no se reconoció y pensó que era el otro tigre. Y entonces,… se tiró de cabeza a las oscuras aguas para luchar a muerte con su reflejo.
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